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‘Abdul Wahid Ibn ‘Ashir

Hoy quiero hablar de un hombre que ha dejado una huella imborrable en mi corazón, en el mío y en el de decenas de miles de estudiantes que han estudiado las ciencias del Din del Islam. Un hombre al que me habría encantado conocer, del que me habría encantado beneficiarme de su compañía, del que me habría gustado beber de su enorme y vasto conocimiento.

Un hombre que cada vez que es mencionado, o cada vez que alguno de los versos de su obra maestra es recitado, se dibuja en el rostro de todos aquellos que lo han estudiado una sonrisa, una sonrisa de amor y de agradecimiento, una sonrisa de reconocimiento y de admiración, una sonrisa que muestra la valía de este noble hombre y que indica el legado innegable que nos dejó.

Unos versos que todo estudiante de Corán que haya seguido el método tradicional, habrá escrito en la parte de abajo de su tabla, en ese hueco que se deja para escribir las cosas importantes. Y que luego habrá repetido, decenas, cientos de veces, con un ritmo u otro hasta terminar memorizándolo.

Unos versos que han sido y siguen siendo estudiados en el oriente y el occidente de la tierra y que reúnen toda la enseñanza necesaria para nuestros días. ¿Cuántos son esos versos? ¿1000, 2000, 3000? No, ni mucho menos; son sólo 314, ─el mismo número de Mensajeros enviados por Allah a la humanidad─ pero son tan completos, es tanto el conocimiento y la baraka que poseen, que en esos 314 versos están todas las bases del Din del Islam.

¿Y quién era este noble hombre? Era un hombre conocido por su buen carácter, pero que a la hora de decir la verdad la decía sin miedo ni duda alguna. Un hombre paciente con sus alumnos, humilde y de fácil acceso, que se sentaba con una paciencia infinita con todo aquel que se lo pedía. Un hombre generoso con los pobres y los necesitados, un hombre que se hacía cargo de sus propios asuntos, un hombre al que se podía ver en los mercados haciendo sus compras y, por encima de todo, un hombre que tenía conocimiento y actuaba conforme a ese conocimiento que poseía.

Y uno de sus aspectos más maravillosos, es precisamente el amplio conocimiento que poseía, ya que no era sólo un hombre de Fiqh, sino que era también un hombre con un amplio conocimiento de las recitaciones del Corán (Quira’at), la escritura del Corán, la gramática (nahw), morfología (sarf), sintaxis (i’rab), comentario del Corán, (tafsir), hadiz, teología (kalam), jurisprudencia (fiqh), sufismo (tasawwuf), lógica (mantiq), elocuencia (bayan), fundamentos del fiqh, (usul al-fiqh). Pero no sólo de las ciencias del Din, sino que también era conocido por su conocimiento de ciencias como la medicina (tibb) y la aritmética (hisab).

¿Y quién es este noble hombre? ¿Quién es este hombre ejemplar? Es ‘Abdul Wahid Ibn ‘Ashir, cuyo nombre completo era: Abu Muhammad, ‘Abd al-Wahid ibn Ahmad ibn ‘Ali ibn ‘Ashir, Ibn Sa’ad Al-Ansari. Procedente de una familia de Al-Andalus que emigró a Fez, donde él nació en el año 990 de la hiŷra, que corresponde al 1582 d.C.

Autor de numerosas obras, la más conocida de ellas es la de: “Al-murshid al-mu’in ‘ala adaruri min ‘ulum addin”, que se conoce coloquialmente con el nombre del autor, ‘Ibn ‘Ashir’, y que, como ya hemos mencionado, es un texto que se estudia en diferentes lugares del mundo, por la sencillez que encierra pero, a la vez, por el inmenso conocimiento que contiene.

Hay dos diferentes versiones de los historiadores acerca de cuál fue la causa de su muerte; unos afirman que murió por enfermedad, pero hay otros que afirman que murió envenenado. Uno de sus alumnos más prestigiosos, Ahmad al Fasi, conocido como ‘al Mayara’, y autor de un gran comentario del poema, es de la opinión de que murió por enfermedad.

Pero existe otra opinión que dice que murió envenenado por la envidia que se tenía de él, por lo firme que era en sus juicios, porque no dudaba a la hora de decir lo correcto, porque decía la verdad en todo momento y situación; ello le hizo ganarse numerosos enemigos y se ha narrado que esto fue la causa de su muerte, como lo fue de muchos de los grandes Shuyuj y ‘ulamas en el oriente y occidente de la tierra.

Murió el día 3 de de Dhu’l Hiŷŷa del año 1040 H., que corresponde al 3 de julio de 1631 d.C., a la edad de 50 años, en la ciudad de Fez. Está enterrado en el cementerio de Bab Al Fattuh de esa ciudad, y su tumba es muy conocida; y una de las particularidades que tiene, es que es la primera y la última tumba a la que iluminan los rayos del sol.

Su obra más importante es, como ya hemos dicho, el poema mundialmente conocido titulado: “Al-murshid al-mu’in ‘ala adaruri min ‘ulum addin”, que hemos traducido como: “Guía Práctica sobre lo esencial de las Ciencias del Din”. Es un poema de 314 versos que se estudia en prácticamente todas las Madrasas de Marruecos y en muchas del Norte de África. Se puede decir que es el primer libro que estudian los alumnos tras el Corán, y en ocasiones al mismo tiempo que el Corán, como ya he mencionado previamente.

Es una obra relativamente corta en extensión, pero amplia en significados y conocimiento, a la que Allah ha dado aceptación a lo largo del tiempo. Con únicamente 314 versos, en ella se reúne todo lo que el musulmán debe conocer acerca de su Din. Compuesta en un principio con la idea de que fuera una “guía para el Haŷŷ” para los ‘iletrados’, es de muy fácil comprensión, ya que el primer capítulo que escribió lo hizo en su camino al Haŷŷ, pero finalmente el autor añadió el resto de los pilares, así como una parte sobre la ‘Aqida y otra sobre una introducción a la ciencia del Ihsan.

El libro está divido en tres partes básicas que son:

  • ‘Aquida Asha’ari, y como ya sabemos la ‘aqida es la ciencia que estudia el Iman.
  • Fiqh Maliki, y el fiqh es la ciencia que estudia el Islam.
  • Tasawuf Yunaidi, y como bien sabemos, el tasawwuf es la ciencia que estudia el Ihsan.

Y estos tres aspectos, Iman, Islam e Ihsan son ciertamente todo el Din por el hadiz que todos conocemos y del que hemos hablado en un post anterior, en el que el ángel Ŷibril se presenta ante el Mensajero de Allah, a quien Allah bendiga y conceda paz, habiendo adoptado la forma de un ser humano y le hace una serie de preguntas con la intención de que el Mensajero le responda y de esa manera enseñar a sus Compañeros lo que es el Din. Y las tres preguntas que le hace son estas: ¿Qué es el Islam? ¿Qué es el Iman? y ¿Qué es el Ihsan?

Todo el que quiera conocer estos tres aspectos, y por consiguiente el Din del Islam, su primer paso debe ser estudiar la obra de Ibn ‘Ashir; y si lo hace conseguirá dos cosas: la primera de ellas es un conocimiento básico y esencial de estos tres aspectos y la segunda es que, cada vez que se mencione uno de sus versos, se dibujará también en su rostro esa sonrisa cómplice llena de amor y agradecimiento.

Y a Allah le pedimos que bendiga a este noble hombre por el gran legado que nos dejó y nos permita reunirnos con él y con el Mensajero de Allah, bajo la Sombra de Su Trono en el lugar mas elevado del Jardín. Amin

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