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La paciencia del creyente

Musulmanes, os exhorto a que tengáis Taqwa de Allah en secreto y en público, en vuestras acciones y en vuestras palabras, en la seguridad y en el miedo, en la tristeza y en la alegría, pues la Taqwa es el mejor asunto al que aferrarnos para ser de los triunfadores en esta vida y en la Próxima.

Siervos de Allah, ciertamente el verdadero creyente, el creyente sincero y recto, es el que anhela el encuentro con Allah. Es aquel cuyo deseo y anhelo está puesto en Allah. Y es el que, para ello, emplea la paciencia y la perseverancia; para afrontar cualquier tipo de obstáculo o dificultad, para cualquier tipo de prueba que Allah le haga pasar en la vida. El verdadero creyente es el que, si le sucede algo que le agrada, es agradecido y, si le sobreviene una desgracia, se mantiene paciente; por eso el Mensajero de Allah dijo: “¡Qué asombroso es el asunto del creyente! Todo su asunto es bueno, y esto no ocurre más que con el creyente. Si le viene un bien, es agradecido, y eso es bueno para él, y si le acontece una desgracia, permanece paciente, y eso es bueno él”.

Poniendo en práctica lo que menciona el Mensajero de Allah en este hadiz, la dificultad se convierte en misericordia y la facilidad se convierte en aumento y recompensa. Y, ciertamente, la esencia de la paciencia y la perseverancia es tal y como la describen algunos de los salaf as-salih: “Contener a tu nafs en el enfado y en la insatisfacción con lo decretado, contener a tu lengua de las dudas y de cualquier tipo de rechazo en los momentos de pruebas y dificultades y contener los miembros del cuerpo de la desesperación y las muestras excesivas de dolor y lamento”. El nafs, la lengua y el resto de miembros del cuerpo, ésta es la paciencia completa, éste es el grado más alto de la paciencia.

Dice Allah en Su Libro: Es cierto que a los perseverantes se les pagará su recompensa sin límite”. Esta recompensa que Allah promete a los pacientes, a los perseverantes, a aquellos que se empapan de la paciencia en su nafs, en su lengua y en sus miembros del cuerpo es una recompensa que sólo la conoce Allah, y ¿quién es el que alcanza esa recompensa? El que es capaz de mantenerse paciente en el primer momento, en la primera reacción, ya que, como dijo el Mensajero de Allah, salla allahu alaihi wa sallam: “Ciertamente, la paciencia está en el primer golpe (en el primer momento)”. La verdadera paciencia es en ese primer instante, no cuando ya ha pasado el tiempo y lo has asimilado, sino que la prueba es en el primer momento. Y, realmente, ser capaz de mantenerse paciente y perseverante en la dificultad y en la facilidad es un signo de un imán fuerte y un imán sincero, de saber realmente que todo depende de Allah.

Este mundo en el que vivimos es un mundo de pruebas, y más aún en estos tiempos que estamos viviendo. Dunia es la cárcel del creyente y el paraíso del káfir. Es un puente, o bien hacia el Jardín y sus disfrutes y deleites, o bien hacia el Fuego y sus tormentos y castigos. Los creyentes sinceros son aquellos que, cuando en esta vida de dunia les sobreviene una desgracia, se embarcan en el barco de la paciencia que conduce a la misericordia, al perdón y la benevolencia de Allah, ya que la misericordia de Allah es más grande que cualquier otra cosa.

Ciertamente la paciencia es el distintivo de los anbiyá y de los salihín. Es lo que distingue y diferencia a una persona de otra. Observa el nivel de sinceridad que hay en la paciencia de fulano, y verás si es de los creyentes rectos o no lo es, y como dijo Hasan al Basri: “La paciencia es un tesoro de los tesoros del Jardín”. Por lo tanto, si te viene alguna desgracia, si Allah te hace pasar por momentos de prueba y de dificultad, no desesperes, no reniegues de Allah, no lo maldigas, no lo cuestiones; en vez de eso, aférrate a la paciencia y recuerda las pruebas que tuvieron que soportar los Profetas y los Mensajeros, que ciertamente fueron los más pacientes de entre los hombres.

Reflexiona sobre el Mensajero de Allah, sallallahu alaihi wa sallam, ese hombre que marcó un antes y un después en la historia de la humanidad, ese hombre que sufrió lo indecible para cumplir con su misión; piensa que cualquier dificultad que Allah te pueda imponer, por muy dura que puedas pensar que sea, no será nada comparado con todo lo que vivió el Profeta Muhámmad, salla allahu alaihi wa sallam, que nació huérfano de padre; que su madre murió cuando solo tenía seis años; que luego perdió a su abuelo, quien había sido casi como un padre para él; que perdió a todos sus hijos en vida excepto a Fátima (todos sus hijos murieron estando él con vida). Fue un hombre que padeció hambre y dificultad, pérdida de seres queridos y de riquezas. Su propia gente lo atacó y lo intentó asesinar; y él se mantuvo en todo momento paciente, perseverante y agradecido, aumentando con ello su imán y su confianza, incrementando con ello el amor por Allah, subhanahu wa ta’ala, pues uno de los frutos de la paciencia es que a través de ella se alcanza el amor y la complacencia de Allah, y ¿acaso no es este un fruto por el que debamos esforzarnos?

Y, ciertamente, la paciencia es algo amargo, su sabor y su inicio es amargo, pero su final es más dulce que la miel, ya que el resultado de la paciencia es el Jardín, es la misericordia y el perdón de Allah. No hay bajeza, ni falta de hombría, ni de valentía ni de dignidad en la paciencia, como piensan algunos, quienes creen que la paciencia es rebajarse ante otros. Todo lo contrario, la paciencia, la perseverancia, es fuerza, es firmeza, es valentía, es resolución, es dignidad, es hombría; y por eso Allah nos llama a que nos llamemos unos a otros a la paciencia, y realmente llamarnos a la paciencia es una de las condiciones que liberan al hombre de la pérdida y el extravío: “¡Por el Tiempo! Que es cierto que el hombre está en pérdida; pero no así los que creen, llevan a cabo las acciones de bien, se encomiendan la verdad y se encomiendan la paciencia”. 

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Dice Allah en Su Libro: “Ciertamente, Allah está con los pacientes”; este grado de la ma’iya, de la compañía de Allah mencionada en esta aleya, se refiere a la victoria y la protección, es decir, que Allah entrega Su victoria y Su protección a los que se mantienen pacientes y perseverantes, con lo que si hoy en día, en estos tiempos convulsos en los que vivimos, queremos la victoria y la protección de Allah, debemos aferrarnos a la paciencia y a la perseverancia.

La paciencia es de tres tipos: la primera de ellas es la paciencia, la perseverancia en la obediencia, la perseverancia al cumplir aquello que Allah ha ordenado, y se alcanza internamente con la sinceridad y la presencia del corazón y externamente aferrándonos a ella y acostumbrándonos a la obediencia cumpliendo lo establecido e impuesto por Allah. Para alcanzar este grado debemos recordarnos continuamente los deleites y placeres que Allah promete a los pacientes en la obediencia; y, ciertamente, el que alcanza este grado alcanza la cercanía a Allah y es capaz de saborear la dulzura que encierra la obediencia a Allah.

El segundo tipo de paciencia es la paciencia ante los actos de desobediencia o de transgresión; y la forma de alcanzar esta paciencia es, externamente, alejándonos de los lugares en los que se cometen, de todo lugar en el que se cometen actos de desobediencia y de transgresión. Esos son lugares que debemos evitar, y no es correcto decir: “Yo voy, pero no hago ningún acto de desobediencia”, pues, al ir, estás caminando por el límite y es posible que al caminar por el límite termines cayendo en lo prohibido; e, internamente, se alcanza impidiendo que el nafs nos embellezca este tipo de actos. Volvemos a lo que tantas veces hemos repetido, la lucha contra el nafs. Se alcanza recordando lo que Allah ha prometido a los transgresores en cuanto a castigos y torturas, fomentando lo que lleva a detestar y alejarse de cualquier tipo de acción que pueda conducir al Fuego.

Y el tercer tipo de paciencia es la paciencia ante la adversidad, las pruebas y las dificultades. A quien le venga una desgracia que diga: “De Allah somos y a Él hemos de volver”; sin echarle en cara nada a Allah, sin discutir, sin enfadarse por ello, pues, ciertamente, la paciencia está en ese primer momento; y el cuestionar las cosas, la falta de paciencia, el enfado te pueden conducir a poner en duda el Decreto de Allah. Por eso, el fuerte, el realmente fuerte, es el que se escucha el consejo del Mensajero de Allah y no se enfada ante la adversidad, sino que se mantiene paciente y perseverante, alcanzando con ello deleites que los ojos no han visto, los oídos no han escuchado y los corazones no han tan siquiera imaginado: “Y tened por cierto que os pondremos a prueba con temor, hambre, pérdida de riqueza, personas y frutos. Pero anuncia buenas nuevas a los pacientes, aquellos que cuando les ocurre alguna desgracia dicen: ‘De Allah somos y a Él hemos de volver’. Bendiciones de su Señor y misericordia se derramarán sobre ellos. Son los que están guiados”.

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