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El día del ‘Id y parte de su sabiduría

Estos días del Dhul Hiyyah que estamos viviendo, son de los días más importantes del año, y siempre me producen sentimientos encontrados. Por un lado, anhelaría estar en el Hayy, cumpliendo por fin con este importante pilar del Islam, lo quiero y lo deseo, pero aún no está escrito para mí, mi día aún no ha llegado. Entonces me consuelo diciéndome que ya me llegará y que todavía Allah no me ha invitado a visitar Su Casa, ya que no podemos negar el hecho de que quien realiza el Hayy, lo hace porque Allah le da permiso y lo invita a Su Casa.

Cuando me digo esto a mí mismo, incrementa mi esperanza y mi confianza en Allah, aumenta mi anhelo y mi seguridad de que cuando esté escrito para mí lo estará, y eso me aporta una gran tranquilidad que calma mi ansia y, por qué no decirlo, mis celos de los que sí han podido acudir este año y que ves circunvalando la Ka’bah, haciendo el recorrido entre Safa y Marwa, en la llanura de ‘Arafah, etc… Y digo que lo ves, porque por desgracia, parece que el Hayy se está convirtiendo en algo como el que va de vacaciones a Benidorm y no para de hacerse fotos y selfies posando por todos lados, perdiendo un poco la conciencia del sitio en el que está, y puede que incluso la sinceridad del Hayy… Pero bueno, eso ya es otra cosa sobre la que no tengo muchas ganas de hablar hoy.

Tampoco me apetece tratar el tema de por qué unos un día y por qué otros otro. ¿Ya sabéis no? Que si la gente está en la llanura de ‘Arafah el sábado y todos los estamos viendo en la televisión con las parabólicas y en nuestros móviles, por qué hay gente en España y en Marruecos, así como en otros muchos lugares del mundo, que dicen que ‘Arafah es el domingo. ¿Es que están ciegos o qué? ¿No están viendo a cientos de miles de personas allí? ¿Acaso no somos una sola ‘Ummah? ¿Por qué tienen que llevar la contraria?

Estas cuestiones siempre me hacen sonreír y decir que la ignorancia es muy atrevida; y sin ánimo de criticar ni ofender a nadie, diré que en nuestro Din se hacen las cosas basadas en el conocimiento y que en el caso de las fechas (‘Arafah, el día del ‘Id, Ramadán, etcétera) lo que vincula y se tiene en cuenta es el tiempo y no el lugar; es decir, que si has seguido el avistamiento de la luna, con todas sus condiciones y parámetros, lo harás un día, si has seguido los cálculos lo harás otro… Y de esto ya hablé largo y tendido en este otro artículo: http://ahmedbermejo.com/2018/05/08/el-avistamiento-de-la-luna-hilal/ el que tenga ganas y quiero salir un poco de las dudas que estas cosas siempre generan, y quedarse un poco más tranquilo siguiendo lo que siga, le aconsejo que lo lea.

Ah y al que dice que la Ummah es una… Por supuesto que lo es, esto nadie lo duda, pero el que lo proclama a los cuatro vientos como que todos tenemos que hacer lo mismo, todos iguales como gotas de agua, todos al mismo tiempo, con una especie de “Vaticano” estableciendo las cosas, le digo dos cosas: 1 – ¿Por qué entonces no hacemos toda la Ummah el salat de Magrib por ejemplo a una misma hora? Si estamos viendo en las mismas parabólicas y móviles que se está haciendo en Meca!. 2 – No hagamos de un océano de misericordia como es la diversidad y diferencia en nuestro Din, un pobre riachuelo, cerrándolo todo a un solo camino estrecho, del que a la mínima que pones un pie fuera (que al estrecharlo y limitarlo tanto es muy fácil que ocurra) se te acusa de hacer shirk, de que eres un káfir que arderás en el infierno… Os suena esto ¿verdad? Conocimiento y misericordia, estas son las bases de nuestro camino. No ignorancia y acusaciones.

Pero bueno, no es esto de lo que realmente quería hablar, tampoco de la importancia de los diez días de Dhul Hiyya y el ayuno y el mérito de las buenas obras en ellos, ya se ha encargado de hacer eso de manera excelente gente más preparada que yo; de lo que sí me gustaría hablar es del día del ‘Id y de la importancia que tiene, y no de sacrificar o no hacerlo (otro asunto que creo que se nos va un poco de las manos), de qué decir o qué ropa ponernos, de qué es sunnah y qué es obligatorio… si no de la importancia que tiene para nosotros, pero especialmente para nuestros hijos, para los más pequeños.

Y es que los días del ‘Id son nuestros días de celebración y si queremos que nuestros hijos crezcan orgullosos de ser musulmanes, con una firme identidad en sus corazones del Din del Islam, tal vez todo empiece por hacer especiales estos días, hablándoles de ellos, de la historia de Sayiduna Ibrahim en el ‘Id al Adha, decorando la casa, organizando fiestas por todo lo alto, y sobretodo dándoles regalos, gastando en ellos, que se sientas felices ese día y que por ello se sientan tremendamente orgullosos de su Din.

¿Por qué considero que esto es importante? Muy claro: Porque es lo que va afianzando su identidad, son esas raíces que se van estableciendo en ellos, es lo que les hace sentirse identificados y orgullosos del Islam. Muy bonito ¿verdad? ¿Y a que todos lo queremos para nuestros hijos?

El caso es que hacerlo requiere de algunos aspectos que ya no lo hacen tan bonito… ¿De qué requiere? De varias cosas, la primera y más importante es que nosotros como padres y madres seamos los primeros en darle la importancia que tiene al día del ‘Id. Los primeros que seamos capaces de renunciar a un día de nuestras vacaciones o de nuestros asuntos propios en el trabajo, de madrugar con tiempo para acudir a la oración, arreglándonos y poniéndonos guapos, con una sonrisa en el rostro, trasmitiendo a nuestros hijos la alegría e importancia de este día. Si tus hijos ven que haces todo eso, que ese día no acudes al trabajo, que vas a hablar con sus profesores para decirles que ese día no van a ir al colegio, empezarán a pensar de verdad que es un día importante.

Y por supuesto, requiere también de esfuerzo por nuestra parte, por parte de los padres, de esfuerzo económico (pero eso es casi lo de menos, uno da y regala en la medida en la que puede, no es importante el cuánto, pero sí el hecho de hacerlo) pero sobre todo requiere esfuerzo de implicación y de compromiso.

Requiere de juntar a la gente, de hablarles de ello, de organizar, de hacer que sea para ellos -y por supuesto también para nosotros- un día increíble y memorable; no es un día para que nos lo den todo hecho y mascado ya; todos y cada uno de nosotros es necesario que arrimemos el hombro, incluso aunque no tengáis hijos, es importante para toda la comunidad y tiene una importancia mucho mayor de lo que pensamos, porque no hay nada mejor en este mundo, que afianzar en nuestros más jóvenes, nuestros líderes del mañana, el Din del Islam.

Y si queremos que lo acepten y lo tomen con amor, con anhelo y orgullo, la forma de hacerlo no es obligándoles a hacer el salat, ni obligándoles a que vayan a clase de Corán a las mezquitas por la tarde, ni obligándoles a que digan mucho bismillah y astagfirullah… No, no y no! Se consigue haciendo que lo disfruten y lo saboreen, haciendo que se regocijen, haciendo que lo gocen juntos, y en su sonrisa y disfrute, en ese brillo en sus ojos de la alegría cuando reciben ese regalo que tanto quieren, estará nuestra recompensa; pues ese recuerdo y esa semilla plantada, será lo que –con el permiso de Allah- les hará que el día de mañana se conviertan en uno de los grandes tesoros de este mundo, ya que serán esos hijos rectos que cuando sus padres mueren, piden por ellos. ¿Y acaso un padre puede esperar algo mejor de su hijo?

Oh Allah te pedimos que nos hagas transmitir a nuestros hijos y a nuestros jóvenes el Din del Islam con amor y misericordia, mas con nuestro ejemplo y comportamiento que con nuestras palabras. Amin!

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