Musulmanes, os exhorto a que tengáis Taqwa de Allah en secreto y en público y a que seáis de aquellos que se aferran a ella en sus palabras y acciones, para así ser de los triunfadores en esta vida y en la Próxima.
Ciertamente el ser humano ha sido creado para vivir en comunidad; y el Islam, la forma de vida que trajo y que enseñó el Mensajero Muhammad, es una forma de vida social, con leyes y regulaciones para que la persona a nivel individual, al aplicarlas en su vida, pueda tener una buena convivencia con el resto de la gente. Esto es el Islam: el buen trato hacia los demás, la buena opinión de ellos, la armonía, la cercanía. Esta es la hermandad a la que nos llaman Allah y Su Mensajero, pues el ser humano es débil en sí mismo pero es fuerte si está con sus hermanos.
Para que esta hermandad pueda ser real, para que estos lazos de unión se fortalezcan como lo estaban los de los Sahaba, para poder disfrutar de una vida en grupo que esté basada en el bien, ya sea esa vida matrimonial, familiar, laboral, o de amistad y compañerismo, es necesario aplicar una serie de cualidades que giren en torno a un mismo punto. La base para que estas relaciones puedan afianzarse y crecer gira en torno a dar preferencia a los demás sobre ti mismo, en torno a ser capaz de esforzarte por los demás, gira en torno a desear para los demás lo que deseas para ti mismo.
Reflexionemos un momento sobre los Ansar de Medina al-Munawarah, ese grupo de hombres y mujeres que recibieron con los brazos abiertos al Mensajero de Allah, ese grupo de hombres y mujeres que aplicaron las enseñanzas de Allah y de Su Mensajero, ese grupo de hombres y mujeres que hicieron posible que la realidad social del Islam tomara forma por primera vez, ese grupo de hombres y mujeres entre los que la justicia, la compasión y la misericordia del Islam tuvieron su expresión más perfecta. Allah describe en Su Libro a estos hombres y mujeres y lo hace destacando una cualidad por encima de las demás cuando dice: “Los prefieren a sí mismos, aun estando en extrema necesidad”.
Eran gente que preferían a los Muhayirun antes que a ellos mismos, daban preferencia a sus compañeros antes que a sí mismos, preferían que sus hermanos estuvieran bien antes que incluso ellos mismos. Fueron hombres y mujeres capaces de aplicar las palabras del Mensajero de Allah cuando dijo: “A quien libere a un creyente de una aflicción de las aflicciones de este mundo, Allah lo liberará de una de las aflicciones del Día del Levantamiento; a quien facilite ayuda a alguien que está en dificultad, Allah le ayudará en Dunia y en Ajira; a quien cubra (los defectos) de un musulmán, Allah le cubrirá (sus defectos) a él en Dunia y en Ajira. Allah ayuda al siervo en la medida en la que el siervo ayuda a su hermano”.
Siervos de Allah, si queremos vivir en armonía, si queremos dar realidad a la hermandad de la que tantas veces hemos hablado, si queremos fortalecernos, si queremos crecer juntos, este es el primer paso: quererlo de verdad, y luego debemos escuchar, reflexionar e implantar en nuestras vidas, con mucha sinceridad, estos consejos del Mensajero Muhammad, salla allahu alaihi wa sallam, y observar la Misericordia de Allah, pues si lo hacemos, no solo estaremos contribuyendo a este fortalecimiento de las relaciones, a la creación de esta unidad, sino que, además, nos estaremos beneficiando a nosotros mismos.
El primero de estos consejos es: “A quien libere a un creyente de una aflicción de las aflicciones de este mundo, Allah lo liberará de una de las aflicciones del Día del Levantamiento”. Es decir, a quien libre a su hermano de una aflicción, de una carga, sea del tipo que sea; puede ser económica; puede ser emocional; puede ser que esté sufriendo de una injusticia y que tú lo liberes de ella; puede estar enfermo y que tú le hagas una visita con la que le alivies su pena; puede estar enfadado y que tú le recibas con una sonrisa y los brazos abiertos; puede tener una deuda contigo y que tú le amplíes el plazo de devolución, o mejor aún, que se la perdones. Liberar a un creyente de una aflicción es muy amplio. Es una puerta abierta para hacer el bien. Es una oportunidad que no debemos desaprovechar. Si lo hacemos, si aliviamos a un creyente de una aflicción de este mundo, y hoy en día hay muchas aflicciones en este mundo, Allah nos aliviará de una aflicción, de una carga, en el Día de la Rendición de Cuentas. ¿Acaso no merece la pena que lo hagamos?
Continúa diciendo el Mensajero de Allah: “A quien facilita ayude a alguien que está en dificultad, Allah le ayudará en Dunia y en Ajira”. Las dificultades hoy en día son muy numerosas, vienen de muchos frentes. Estas palabras no están limitadas a ninguna dificultad en concreto. Dentro de ellas entran todas las dificultades que se nos puedan ocurrir, sean del tipo que sean. Pero lo más maravilloso de estas palabras, lo más increíble, y sobre lo que posiblemente no pensamos en muchas ocasiones, y menos aún lo hacen esa gente innoble que dice actuar en nombre del Islam y realmente no lo hacen, es que en ellas, el Mensajero de Allah no menciona al creyente que está en dificultad, o al hermano que está en dificultad, al musulmán que está en dificultad; no, habla de todo aquel que esté en dificultad, de cualquiera que esté en dificultad, sea de dónde sea, sea del color que sea, sea de la raza que sea, sea musulmán o no lo sea, sea creyente o no, sea tu hermano o no lo sea.
Pues esto es el Islam, es Misericordia, y esto es el Mensajero de Allah, una Misericordia enviada para todos los mundos. Estas son parte de las bases para poder establecer una sociedad justa, una sociedad que esté basada en la ayuda mutua, en la generosidad y en la Misericordia, una sociedad que crecerá y florecerá, pues estará cimentada en firmes pilares. Pero, por el contrario, si los pilares son endebles, si las relaciones están basadas en la enemistad, el odio, el individualismo, el egoísmo, el mirar únicamente por el bien individual, el buscar solo que tu asunto funcione olvidándote de los demás, entonces esa sociedad, esa comunidad, jamás podrá crecer y estará abocada al fracaso tanto en esta vida como en la Próxima. Y a Allah le pedimos que nos libre de ello.
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Musulmanes, ciertamente el seguir los consejos del Mensajero de Allah, seguir sus enseñanzas, imitarle en su carácter y comportamiento, es lo que nos permitirá fortalecer nuestros lazos, crecer a nivel individual y colectivo y, con el permiso de Allah, reunirnos con él, salla allahu alaihi wa sallam, en el lugar más elevado del Jardín; pero no podremos hacerlo si no conocemos su carácter y su comportamiento, no podremos hacerlo si no nos esforzamos en estudiar su vida.
El siguiente de los consejos del hadiz que estamos tratando hoy es posiblemente la clave de todo, es el secreto escondido, es la llave que abre todas las puertas del bien en cualquier tipo de relación, sea del nivel que sea: “A quien cubra (los defectos) de un musulmán, Allah le cubrirá (sus defectos) a él en Dunia y en Ajira”. Esto es lo que necesitamos hoy en día, y esto es lo que muy a menudo hemos perdido: cubrir, tapar los defectos de nuestros hermanos, ocultar lo que hayan podido hacer, tener misericordia con ellos y no sacarlos a la luz a la mínima oportunidad.
Hoy en día somos muy rápidos a la hora de acusar a fulano o a mengano, a la hora de sacar a la luz sus defectos, a la hora de publicar alguna falta que haya podido cometer. Este comportamiento no es propio del Islam ni de los musulmanes, sino todo lo contrario. A los que nos llama el Mensajero de Allah es a que cubramos esas faltas, a que tapemos esos defectos, a que no los hagamos públicos, a que los ocultemos, ya que, al hacerlo, Allah cubrirá nuestros defectos, y no solo eso, sino que estaremos poniendo las bases para poder establecer una verdadera hermandad. Y si llegáramos a comprender bien esto y a aplicarlo con sinceridad, nos evitaríamos muchos de los problemas y enfrentamientos que vemos tan a menudo a nuestro alrededor.
Y el final del hadiz, lo que remata este tesoro de enseñanzas, es: “Allah ayuda al siervo en la medida en la que el siervo ayuda a su hermano”. Cuanto más ayudemos, más nos ayudará Allah; cuanto más demos, más nos dará Allah; cuanto más hagamos por los demás, más hará Allah por nosotros; cuanto más sirvamos a los demás, más nos servirá Allah; cuanto más nos esforcemos por ayudar a los demás ─a nuestras esposas, a nuestros hijos, a nuestros hermanos, a nuestros padres, a nuestra gente─, más nos ayudara Allah a nosotros. ¿Y acaso hay alguien entre nosotros capaz de ser tan necio como para despreciar la ayuda de Allah?