Musulmanes, os exhorto a que tengáis Taqwa de Allah, a que Le adoréis con sinceridad y hagáis el bien, pues ese es el camino que conduce al éxito y al triunfo en esta vida y en la Próxima. Sabed que nos encontramos a las puertas del nobles mes de Dhul Hiyyah, uno de los mejores meses del año. Es el mes del Hayy, el mes en el que musulmanes del oriente y occidente de la Tierra, aquellos a los que Allah les da permiso, van a visitar Su casa para cumplir con uno de los pilares del Islam. Es uno de los meses que posee más baraka y en el que las acciones tienen mayor bien y aceptación, y más aún en sus primeros diez días y noches, que Allah ha escogido y elevado por encima del resto; por eso jura por ellos en Su Libro cuando dice: “¡Por la Aurora! ¡Por las diez noches! ¡Por lo par y lo impar! ¡Por la noche cuando transcurre!”.
Cuando Allah, subhanahu wa ta’ala, jura por algo en Su Libro, lo hace para demostrar su valía, para que podamos percibir el secreto que encierra. Parte del secreto que hay en los diez primeros días del mes de Dhul Hiyyah es el día bendecido de ‘Arafa, el día nueve de este noble mes, un día en el que se reúnen en un mismo lugar millones de personas de distintas procedencias, de distintas razas y colores, con una misma vestimenta, en una misma línea, bajo un mismo estandarte. No les une un asunto de dunia, ni el negocio, ni la amistad; lo único que les une es que su corazón está vinculado con Allah, y entre ellos no hay más diferencia que la Taqwa.
Este es el día de ‘Arafa, un día sobre el que el Mensajero de Allah, salla allahu alaihi wa sallam, dijo: “Espero de Allah que perdone (por él, por ayunar en él) las faltas cometidas en el año pasado y las que se cometan en el posterior”. Ayunar en este día tiene la recompensa de dos años, y esto es así por la misericordia de Allah, ya que sabe que la Ummah de Muhammad está compuesta de gente que tiene vidas más cortas que las comunidades anteriores; por ello Allah nos da estas oportunidades como el día de ‘Arafah, la noche del Decreto, etc., para así compensar lo corto de nuestras vidas y poder llevar a la Próxima vida el mismo número de buenas acciones que aquellos que nos precedieron y tuvieron vidas más largas que las nuestras. ¿Acaso no es esto la Misericordia de Allah? ¿Acaso no debemos por ello estar agradecidos?
Ciertamente lo más importante de los diez primeros días del mes de Dhul Hiyyah es que son los días del Hayy, son los días de la visita a la casa de Allah, son los días en los que se cumple el quinto de los pilares del Islam, el último que Allah hizo obligatorio para Su Ummah, ya que lo hizo obligatorio en el noveno año de la Hiyra. Es una obligación individual para todo musulmán que haya alcanzado la pubertad, que esté en posesión de sus facultades mentales y que esté en condiciones de realizar el viaje tanto económica como físicamente. Quien no reúna estas condiciones no hay ningún mal sobre él; pero el que niegue su obligatoriedad es considerado un kafir y el que pudiendo realizarlo no lo haga o lo retrase sin excusa válida es un transgresor cuyo asunto quedará en manos de Allah.
Es una obligación afirmada tanto por el Corán como por la Sunna. Dice Allah en Su Libro: “Los hombres tienen ante Allah la obligación de Peregrinar a la Casa si encuentran medios para hacerlo”. Y el Mensajero de Allah, salla allahu alaihi wa sallam, dijo: “El Islam ha sido edificado sobre cinco (pilares): atestiguar que no hay dios sino Allah y que Muhammad es el Mensajero de Allah, establecer la oración (salat), entregar el zakat, llevar a cabo la peregrinación y ayunar el mes de Ramadán”.
Es importante saber también que aquel que quiere realizar el Hayy debe esforzarse por adquirir el conocimiento sobre los pilares de los ritos del Hayy, sus aspectos obligatorios, los que son sunna, lo que es recomendable y lo que es indeseable. Debe poseer este conocimiento porque no está haciendo un viaje de turismo, sino que está encaminándose al lugar del nacimiento del mejor de la creación, al lugar de la primera revelación del Corán, al lugar del maqam de Ibrahim. Está yendo a la casa de Allah, como invitado Suyo, y debe conocer todas las reglas que son debidas a tan noble anfitrión.
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Otro de los aspectos importantes que debemos tener en cuenta cuando ponemos nuestra intención de ir al Hayy, de peregrinar a la casa de Allah, es que el dinero para ese viaje ha de ser un dinero halal, en el que no puede haber duda, un dinero que, si lo has adquirido con el sudor de tu frente, es mucho mejor; debe ser un dinero sobre el que nadie tenga más derecho que tú, ya que quien haga el Hayy o la ‘Umrah con un dinero ilícito que sepa que ha desobedecido a Allah y que ha incurrido en una mala acción, y cada vez que diga “Labbaika ─a tu servicio, oh Allah; aquí estoy, oh Allah─”, los ángeles le responderán diciendo: “No, no estás aquí; no, no estás al servicio de Allah”.
El que haga el Hayy o la Umrah debe empaparse, imbuirse, adoptar la paciencia y el buen carácter si quiere que la recompensa de su Hayy se multiplique. Debe responder al mal con el bien, devolver la maldad con belleza, tener paciencia, que tenga mucha paciencia, que recuerde dónde está y que sea sincero. Y entonces, con el permiso de Allah, volverá a su casa como el día en el que su madre lo trajo a este mundo, limpio de faltas y con su libro de las malas acciones borrado. Y que sepa que el Hayy Mabrur, el Hayy aceptado por Allah, tiene como recompensa el Jardín. Por eso ha de saber que el Shaytán le va a impedir, con todos sus medios, que alcance ese grado y va a tratar de corromper todos y cada uno de sus pasos; pero si es sincero, paciente y adopta el buen carácter, le podrá vencer y tendrá como recompensa el Jardín.
Uno de los secretos del Hayy, de este viaje a la casa de Allah y de los ritos y pasos que hay que dar allí, es que es un recordatorio de la preparación del Día de la Rendición de Cuentas, de ese estar millones de personas reunidas en un mismo lugar, con una misma vestimenta, unas telas blancas, que se asemeja mucho a la última vestimenta que tendremos en este mundo, la vestimenta con la que abandonamos esta vida, la mortaja de la tumba. Todo esto es un recordatorio para que reflexionemos que llegará el Día en el que estaremos así ante Allah, sin intérprete ni traductor, haciendo recuento de todas y cada una de las acciones que hemos llevado a cabo en esta vida de dunia. El Hayy nos recuerda eso, tanto a los que van como a los que no van, nos recuerda que realmente esta vida es pasajera y que de Allah somos y a Él hemos de volver.