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Conociendo el Corán

Hoy quiero hablar sobre el Corán. ¿Y por qué el Corán? Porque es la referencia, es la primera de las fuentes de las que se obtiene el conocimiento del Islam, es aquello que si no se recita en el salat hace que no sea válido, es lo que estremece los corazones, lo que no cansa al que lo recita, lo que miles de musulmanes aprenden de memoria, es el gran milagro que Allah entrega a Su Mensajero Muhammad, salla allahu alaihi wa sallam.

Y es que debemos saber que el Corán es un regalo tremendo y maravilloso porque en él hay guía para los que necesitan guía, hay consejo para los que precisan de consejo, hay tranquilidad para los que desean tranquilidad, hay buenas noticias para los que están en el camino, hay advertencias para los que se desvían, hay pruebas claras y evidentes para los que están sumidos en la duda.

El Corán es esa jarra que no se vacía en ningún momento, tal y como dice el Qadi ‘Iyad es su conocido libro Ash-Shifa’, un libro que desborda amor por el Mensajero Muhammad en cada una de sus páginas. Cuando habla del Corán dice: “Y parte de las facetas que lo hacen inimitable, es la impresión que afecta a los oídos y los corazones de quienes lo escuchan, y el sobrecogimiento que les invade al recitarlo por su poderío y elevada gravedad. Y esto es más grave para los que lo desmienten hasta el punto de que encuentran insoportable escucharlo y les aumenta en su rechazo, tal y como dice Allah: «Y cuando en el Corán mencionas la unicidad de tu Señor, vuelven la espalda con desprecio». (Sura del Viaje Nocturno, 46).

En cuanto al creyente, no deja de estremecerse ni de sobrecogerse con su recitación que le hace sentirse atraído y le confiere regocijo por la inclinación de su corazón hacia él y su afirmación de él. Dice Allah, ensalzado sea: «A los que temen a su Señor les eriza la piel y ésta y sus corazones se enternecen con el recuerdo de Allah». (Sura de los Grupos, 23)”.

Otro de los aspectos sorprendentes del Corán es que no aburre al que lo recita y el que lo escucha no es capaz de rechazarlo; todo lo contrario, cuanto más se recita más aumenta su dulzura, cuanto más se recita más aumenta el amor que se siente por él; y no deja en ningún momento de ser algo fresco y renovado.

Como dice el Qadi ‘Iyad en el citado libro: “Mientras que otras palabras –aunque alcanzaran su nivel en belleza y retórica– aburren con la repetición y producen aversión si se reiteran, en nuestro Libro se encuentra placer cuando se está a solas y ayuda en los momentos difíciles de una manera que no se encuentra en los demás libros, hasta el punto de que nuestros compañeros han creado para tonos y modos con los que atraen el ánimo para recitarlo”.

Y por ello el Mensajero de Allah, al que Allah le dé Su gracia y paz, describe el Corán diciendo: “No se desgasta con la abundancia de la repetición, ni se terminan sus lecciones, ni se agotan sus maravillas, él es la distinción que no tiene burla, ni se hastían de él los hombres de conocimiento, ni se desvían con él los deseos, ni se confunden con él las lenguas; él es aquello que no habían terminado de oírlo los genios cuando dijeron: «Hemos oído una Recitación maravillosa que conduce a la guía recta»” (Sura de los Genios, 1-2).

Este es el Corán, la guía de los creyentes, el Libro de referencia de donde se obtienen la gran mayoría de leyes de nuestro Din. Pero hay que tener cuidado con una cosa, y esto es una advertencia para todos, y es que el Corán no podemos tomarlo e interpretarlo según nuestro propio entendimiento, y mucho menos en lo que a extraer juicios y leyes se refiere. Este es un error muy grave que desgraciadamente vemos muy presente en nuestros días y que puede conducir a lo contrario de lo que quiere Allah.

A lo largo de los siglos ha habido personas que han dedicado sus vidas a comprender y explicar el Corán, creando tafsires (comentarios) que nos sirven para entender el Libro de Allah, unos tafsires que son totalmente necesarios, ya que sin ellos no podríamos comprender ni abarcar la magnitud del Corán.

El Corán es algo extraordinario que va más allá de lo que podemos comprender. Cada letra, cada sílaba que contiene viene directamente de la presencia de Allah, el Incognoscible que todo lo conoce, el Omnisciente que todo lo abarca, el Creador del universo, de cada uno de nosotros y de todas nuestras acciones.

Y es que el Corán abre los ojos ciegos, los oídos sordos y los corazones cerrados; en él están los manantiales del conocimiento, el entendimiento de la sabiduría y la primavera de los corazones, es nuestro gran regalo y, como ocurre con todo regalo que recibimos, debemos estar agradecidos. Y a Allah le pedimos que ponga en nuestros corazones amor por el Corán.

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