Jutba del ‘Id al Adha 2019

¡Allahu Akbar! Alabanzas a Allah que nos ha reunido en este lugar y en esta hora. Alabanzas a Allah que ha hecho que hoy sea un día de alegría y unión. Alabanzas a Allah que nos ha permitido un año más elevar nuestras voces hacia Él y alabarlo y engrandecerlo. ¡Oh Allah, si no fuera por Tu favor, no estaríamos hoy aquí! ¡Oh Allah, si no fuera por Tu generosidad y misericordia, no seríamos musulmanes! ¡Oh Allah, si no fuera por Tu bondad, nunca habríamos llegado a este mundo! ¡Alhamdulillah wa shukrulillah!

Hoy, el primer día del ‘Id al Adha, es un día en el que proclamamos la grandeza de Allah, en el que reconocemos el poder de Allah, en el que reconocemos que Allah es el que si quiere que algo ocurra le dice kun, fayakun. Hoy es un día en el que conmemoramos un acto de total entrega, obediencia y sumisión a Allah: hoy conmemoramos la entrega y aceptación del decreto de nuestro padre Ibrahim, que estuvo dispuesto a sacrificar a su bien mas preciado, ese gran tesoro que tenía que era su noble y amado hijo, Isma’il.

Este suceso nunca dejará de asombrarme, y cada vez que reflexiono sobre él mi corazón se encoje y se me eriza el cabello. Es uno de los actos de sometimiento a Allah más increíbles en la historia de la humanidad. Allah le estaba pidiendo a Ibrahim su bien más preciado, aquello que más quería, el que era sangre de su sangre y se lo estaba pidiendo y a cambio no le prometía nada, no le daba nada, no lo decía haz esto y cambio tendrás esto otro, no era una transacción, era una orden; e Ibrahim lo aceptó sin ningún tipo de duda; luego se lo comunicó a su querido hijo, y éste, un chiquillo apenas llegando a ser joven, ¿qué fue lo que respondió? ¿tuvo algún tipo de dudas?, no, nada de eso. Dijo: “¡Padre! Haz lo que se te ordena, y si Allah quiere, encontrarás en mí a uno de los pacientes”. Allahu Akbar.

Bienaventurado el padre, bienaventurado el hijo, bienaventurada la madre también, porque todos aceptaron la orden de Allah. Ellos eran conscientes que tanto el bien como el mal vienen de Allah, que no dependía de ellos, si no que dependía de Allah. Lo que hicieron fue reconocer su servidumbre a Allah y, cuando lo hicieron, cuando lo habían aceptado con total sumisión y sinceridad, justo en ese momento, dijo Allah: “Le gritamos: ¡Ibrahim! Ya has confirmado la visión que tuviste. Realmente así es como recompensamos a los que hacen el bien. Esta es, de verdad, la prueba evidente. Y lo rescatamos poniendo en su lugar una magnífica ofrenda. Y dejamos su memoria para la posteridad. Paz para Ibrahim. Así es como recompensamos a los que hacen el bien. Él fue uno de Nuestros siervos creyentes Esto es lo que hoy conmemoramos: la entrega y sumisión a Allah, reconocer que somos siervos de Allah y que no hay fuerza ni poder que no vengan de Él.

En estos días necesitamos reflexionar sobre este suceso, un suceso del que se pueden obtener numerosas lecciones y en el que lo realmente importante no es el hecho de sacrificar en sí. No, lo importante, lo que de verdad es importante para nosotros hoy en día, es que reflexionemos sobre nuestro vínculo con Allah, cada uno de nosotros a nivel individual, sobre lo que estamos dispuestos a hacer por Él, sobre la capacidad de sacrificio que estamos dispuestos a asumir por Allah y por nuestro Din.

Reflexionad sobre ello con total sinceridad, parando el tren de vuestro día a día y reflexionando en la intimidad, pero por encima de esto, me gustaría que reflexionáramos sobre lo que sucede a continuación en el suceso de Sayiduna Ibrahim, es decir, de la recompensa que obtiene cuando se entrega a Allah. O dicho con otras palabras, sobre la misericordia de Allah.

Y es que el suceso de Sayiduna Ibrahim es una muestra cómo cuando el siervo cumple con lo que Allah le ordena y lo hace con sinceridad, Allah le abre todas las puertas de Su Misericordia y le entrega Su recompensa y favor. Esta es la sunna de Allah en Su creación, esta es la ley que Él ha establecido; y lo que debemos hacer si en alguna ocasión no lo vemos, si no percibimos la misericordia de Allah, si sentimos que no está presente la misericordia de Allah y Su generosidad, lo que debemos hacer es preguntarnos: ¿qué estamos haciendo o dejando de hacer para impedir que nos llegue esa misericordia?

Si la misericordia de Allah es más grande que Su ira, que lo es, si Su perdón es más grande que Su castigo, Su Generosidad es más grande que Su restricción, Su mandato es más benevolente que Su prohibición, ¿por qué entonces nos ponemos nosotros mismos obstáculos que nos impiden recibir la Misericordia, el Perdón, la Generosidad de Allah?

Obedecer a Allah es uno de los caminos para obtener Su Misericordia, entregarte a Él es una fuente de Su Misericordia hacia ti, ser misericordiosos con los demás, con la gente, independientemente de su religión o su creencia, es uno de los caminos para obtener la Misericordia de Allah, perdonar a los demás es uno de los caminos para obtener Su Perdón; y hoy, en este día bendecido, el mejor consejo que os pueda dar, es a que os hagáis merecedores de la misericordia, del perdón, de la generosidad de Allah. Y la forma de hacerlo, el camino para conseguirlo es ser misericordiosos, generosos y perdonaros entre vosotros.

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Hombres y mujeres, padres y madres, hijos e hijas, ¿qué es lo queremos en nuestras vidas? ¿Cuáles son nuestras metas, cuáles son nuestros objetivos? ¿En qué nivel, a qué altura, ponemos nuestra ambición y nuestro anhelo? ¿Queremos lo más elevado para nosotros, para nuestras mujeres, nuestros hijos y nuestras familias? ¿O nos conformamos con una aspiración pequeña de lo justo y lo mínimo? Recordad las palabras de Sayiduna ‘Umar que tantas veces hemos repetido: “No hagáis pequeñas vuestras aspiraciones, pues no he visto nada que rebaje tanto al hombre como la caída de su aspiración”.

En estos días es muy importante recordarnos estas palabras, ya que precisamos reforzar nuestra identidad, nuestra personalidad, nuestro sentimiento de fuerza y sobretodo nuestro sentimiento de unidad. Y uno de los caminos para hacerlo es teniendo una aspiración elevada, luchando contra la mediocridad, aspirando a lo mas alto y elevado, poniendo nuestros objetivos en lo más alto y luego pidiéndole a Allah con sinceridad que se realicen.

El suceso que hoy conmemoramos, la historia de Sayiduna Ibrahim es esto de lo que estamos hablando: es, en primer lugar una sólida identidad que le permite luchar contra todo, contra su propio nafs en primer lugar, pero también contra el resto de dificultad y agentes externos; estuvo dispuesto a sacrificar a su propio hijo, a pesar de lo que se dijera de él, no tenía miedo del qué dirán de él; es un muestra también de una aspiración elevada que le permite aspirar a lo más alto y no conformarse con la mediocridad; lo que Sayiduna Ibrahim hizo fue llegar al estado de amar lo que Allah ama y odiar lo que Allah odia, su único deseo era complacer al amado, y es la búsqueda de complacer única y exclusivamente a Allah, lo que le lleva a aceptar Su voluntad de sacrificar a su hijo, a pesar de que era la criatura más amada para él.

Hombres y mujeres, padres y madres: sobre vuestros hombros recae la responsabilidad de transmitir todo esto a vuestros hijos. Y no es algo que se transmite con palabras, mucho menos se transmite forzando y tratando de imponer, es algo que se transmite interiorizándolo, empapándote de ello y llevándolo a la práctica, con misericordia, con perdón, con indulgencia, con el mejor ejemplo y con el comportamiento más elevado; pero para ello somos nosotros los primeros que debemos buscar y esforzarnos por alcanzarlo.

Y si lo hacemos, entonces, con el permiso de Allah, nuestros hijos se empaparan de ello y caminarán hacia delante con sumisión a Su señor, con una fuerte identidad, con un gran sentimiento de orgullo de lo que son, con elevada himma y altos anhelos y expectativas; y entonces, y pongo a Allah por testigo de ello, una vez que esto esté afianzado y arraigado en los corazones de nuestros hijos y de nuestros jóvenes, no tengáis ninguna duda de que podrán alcanzar todo lo que deseen, pues con su espontaneidad, con su naturaleza, cada uno siendo como sea, pero todos con un toque genuino, podremos decir que son hombres y mujeres íntegros, con la esencia y el espíritu del Din corriendo por sus venas y entonces nada podrá detenerlos, pues habrán comprendido lo que realmente importa: “Que Allah está con nosotros, y que cuando Allah está con nosotros, no hay nada que temer, pues no hay fuerza ni poder que no provengan de Él”.

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