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¿Qué es lo que quiero?

Estos dos últimos días, con el fallecimiento de Alia, han sido días de mucha reflexión, días de emociones y de parar un poco el día a día para reflexionar. Para pensar sobre este mundo de Dunia, un mundo pasajero, un mundo que es un puente hacia el próximo, un mundo que no nos debe atrapar, que no debe conquistar nuestro corazón, pero, al mismo tiempo es un mundo en el que vivimos y en el que estamos, por lo que debemos prestarle atención y ser conscientes de ello, queremos lo mejor de Ájira, pero también queremos y le pedimos a Allah lo mejor de Dunia.

En medio de estas reflexiones, un pensamiento empezó a tomar fuerza dentro de mi, un pensamiento al que volvía a cada instante, que iba haciéndose cada vez mayor, se va definiendo poco a poco y acaba por adoptar la forma de una pregunta. Una pregunta que es vital que nos la hagamos cada uno de nosotros y que, espero en algún momento de vuestras vidas os la planteéis, o mejor dicho en varios momentos, o mejor aún, que os la cuestionéis cada poco tiempo, pues es la llave que nos prepara para el futuro. Esa pregunta es muy sencilla: “¿Qué es lo que quiero?”

¿Qué es lo que quiero? Parece una pregunta fácil, pero realmente dar una respuesta real no es nada fácil. En primer lugar porque precisa de sinceridad, siendo la sinceridad uno de los aspectos mas duros y difíciles para el nafs. En segundo lugar porque precisa de mirarte mucho a ti mismo y lo que estás haciendo con tu vida y eso es muy duro para el nafs. Y en tercer lugar porque puede ser que cuando te la hagas, si eres sincero y autocrítico (los dos primeros puntos) te lleve a la necesidad de hacer cambios en tu vida, cambios drásticos en ocasiones y eso, amigos míos, es duro y difícil para el nafs.

Por consiguiente tenemos una pregunta, sencilla en apariencia, pero realmente compleja e incluso dura me atrevería a decir. ¿Qué es lo fácil entonces? No hacerse esa pregunta, no pararte a reflexionar sobre ello, no cuestionarte nunca lo que haces con tu vida, no reflexionar sobre a lo que estás dedicando tu tiempo, un tiempo que está determinado, no lo olvidéis nunca. No me cuestiono lo cosas, no me hago la pregunta y entonces sin problema, “soy feliz”, me conformo con lo que tengo, aunque sea mediocre y ya está.

Bueno, el que quiera esto y el que quiera plantearse su vida de esa manera es libre de hacerlo, no seré yo el que se lo impida. ¿Pero realmente es esto lo que queremos? ¿Es esta la enseñanza que hemos recibido de nuestros maestros? ¿Es este el Mensaje del Islam? ¿Acaso no sabéis que el Mensajero Muhammad, saws, nos enseñó que cuando le pidiéramos a Allah el Jardín, no nos conformáramos con el grado más bajo, con lo más básico, con lo justo… si no que le pidiéramos el Firdaus, el grado más elevado del Jardín?

Pero claro, para alcanzarlo hay que hacerse la pregunta, ¿qué es lo que quiero? Y si lo que quiero es el Firdaus, se lo pido a Allah, sí, pero también actúo, cambio mi vida, aspiro a él y me empleo y me dedico a conseguirlo, con altas expectativas, altos anhelos y esperanza en Allah. Ahora lo vemos con claridad, la pregunta requiere cambio, requiere esfuerzo, requiere sacrificio, ¿estoy dispuesto a asumir esos cambios, sacrificios y esfuerzos…? ¡Esta sería la siguiente pregunta!

Todos estaréis de acuerdo conmigo en que todo lo que no está en crecimiento y expansión está en mengua, todo lo que no va hacia arriba va hacia abajo, cuando algo se ha completado no le queda mas remedio que empezar a decrecer, no se queda quieto en una misma posición, o crece o mengua. Y por eso, cuando en la llanura de ‘arafah, en el Hayy de la Despedida, el Mensajero de Allah tras dirigirse a sus compañeros y poner a Allah como testigo de que había transmitido el Mensaje, recita la aleya que dice: “Hoy os he completado vuestra práctica de Adoración, he culminado Mi bendición sobre vosotros y os he aceptado complacido el Islam como práctica de Adoración” (5: 3). Al escuchar esta aleya Sayiduna ‘Umar comenzó a llorar desconsoladamente y cuando le preguntaron que cuál era la causa de su llanto, respondió: «Nada le sigue a la perfección (cuando algo está completo) excepto la disminución».

Preguntarse qué es lo quiero y hacerlo con sinceridad, con “autocrítica” y con intención de mejorar y cambiar si fuera necesario, es lo que nos hace estar en crecimiento, es lo que nos hace ir hacia delante, es lo que nos da fuerza y esperanza. No hacerse la pregunta es lo que nos lleva al conformismo, a la mediocridad, a ir hacia abajo e ir menguando cada vez más; y por eso una hora de reflexión es mejor que un año de adoración.

Ahora bien, la pregunta del millón de qué es lo que quiero no termina aquí, ya que tiene ramificaciones y otras variantes. Por ejemplo: ¿qué es lo que quiero para mi familia; o, mejor aún, qué es lo que quiero para mis hijos? Y esta pregunta es realmente interesante para los padres que tienen niños pequeños. ¿Os habéis hecho esa pregunta con sinceridad alguna vez, con verdadera sinceridad? ¿Si habéis llegado a una respuesta, os habéis esforzado por conseguirlo?.

Como veis, la cosa se va complicando cada vez más, pero es que nadie dijo que fuera a ser fácil. Aunque bueno, si no me lo cuestiono puede ser fácil, muy fácil, me dejo llevar, arrastrar por la corriente, no me complico las cosas, soy uno mas, mis niños son buenos y ya está. Esto si es fácil, muy fácil, pero aquí no hay crecimiento, no hay expansión, no hay ir hacia delante y ya sabemos lo que ocurre entonces.

Otra variante de la pregunta sería: ¿Qué es lo que queremos como comunidad, como grupo humano? ¿A dónde queremos llegar? ¿Qué es lo que podemos aportar? La respuesta a esta pregunta es vital ya que marca los pasos de la yama’ah. Pero no nos engañemos, es una respuesta fruto de una pregunta individual, ya que las comunidades las integran individuos. Y esos individuos lo primero que deben hacer es plantearse la pregunta a nivel individual, luego sobre su familia y luego sobre su comunidad, y este es el orden, no es a la inversa.

Como veis el asunto da para reflexionar mucho y por ello le pido a Allah que nos de capacidad de reflexionar, sinceridad para hacerlo y fuerza y valentía para cambiar lo que debamos cambiar. Amin

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