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Las dos caras del servicio y la generosidad

Tras unos días muy intensos en Turquía, hoy vuelvo a tener algo de tiempo para sentarme ante el ordenador y compartir con vosotros algo que siempre ha sido uno de los faros que ha guiado mis acciones, algo que últimamente ha acudido a mi corazón con mucha frecuencia y que, durante este maravilloso viaje, he visto de manera clara y manifiesta en mucha gente a mi alrededor.

Ese algo de lo que me gustaría hablar, es la esencia pura del comportamiento del Mensajero Muhammad, sallallahu alaihi wa sallam, la esencia de sus Compañeros y, si somos capaces de comprender realmente el Corán, nos daremos cuenta también de que es el núcleo mismo de la Palabra de Allah. Ese algo es lo que eleva, tanto en este mundo como en el próximo, a unas personas sobre otras, es lo que diferencia a los seres humanos. Y ese algo es la generosidad, o mejor dicho, el servicio y la entrega a los demás.

Hacer cosas por los demás, tener generosidad hacia otros, servir a otros es una de las llaves para alcanzar el amor de la gente y, si lo haces por Allah, con absoluta sinceridad, es la llave para alcanzar la complacencia y el amor de Allah, subhanahu wa ta’ala. ¿Y qué hacía el Mensajero de Allah, el mejor de la creación, el ser más perfecto que ha existido y que existirá sobre la faz de la tierra, sino servir a los demás? Si estudiamos su vida vemos que no es más que un ejemplo tras otro de generosidad, entrega y servicio a los demás. Y ya era así incluso antes de recibir el Mensaje.

Servir a los demás, hacer cosas por otros, era el rango distintivo de los Sahaba; competían entre ellos por hacerlo, daban preferencia a los demás, incluso aunque ellos estuvieran en extrema necesidad. Hay un suceso precioso que lo demuestra a la perfección: lo encontramos en el Sahih al Bujari y está narrado por Abu Huraira, que Allah esté complacido con él, y dice: “Un hombre llegó al Profeta pidiéndole hospitalidad; SAWS mandó recado a sus mujeres (para preparar o traer algo de comer) y éstas dijeron: “No tenemos más que agua’. Entonces el Mensajero de Allah preguntó: ‘¿Quién quiere darle hospitalidad?’ Y un hombre de los Ansar contestó: ‘yo se la doy’. Lo llevó a su casa y le dijo a su mujer cuando estuvieron a solas: ‘Honra al huésped del Mensajero de Allah’. Dijo ella: ‘No tenemos más que el alimento de nuestros hijos, lo único que tenemos en casa es la cena para nuestros hijos’. Entonces dijo el marido: “Prepara la cena, enciende la lámpara y duerme a los niños antes de servirla”. La mujer hizo lo que le pidió su marido. Luego, cuando llegó el momento de servir la cena, se sentaron a la mesa; de repente, el anfitrión se levantó como si fuera a arreglar la lámpara y la apagó de manera que, en la oscuridad, pudieron simular que estaban comiendo; llevaban la mano al plato, pero no cogían nada de comida dejándolo todo para el invitado. Y así pasaron la noche con hambre. Al amanecer fue a ver al Mensajero de Allah, y éste le dijo: ‘Allah se ha reído esta noche y se ha admirado de lo que habéis hecho’. Y entonces Allah hizo descender: ‘Y los prefieren a sí mismos aunque estén en extrema necesidad. Y quien se guarda de la avaricia de su almaésos son los que tienen éxito’”.

De esto mismo hemos sido testigos todos lo que hemos viajado por países y ciudades en los que el Islam está arraigado, hemos sido testigos de cómo la gente nos ha abierto las puertas de sus casas sin conocernos, y de cómo han puesto ante nosotros platos de exquisita comida, probablemente teniendo que pedir prestado dinero a alguien para hacerlo, pero lo han hecho porque tienen presente en sí mismos, en la sangre que corre por sus venas, el ejemplo del Mensajero de Allah y de sus nobles Compañeros.

Y lo hacen sin pedir nada a cambio, sin exigir nada, sin querer ninguna contrapartida por ello, ya que saben que su recompensa está junto a Allah; como mucho, lo que piden los más osados es que hagas du’as por ellos, que pidas a Allah por ellos. ¿Y cómo no lo vas a hacer, si te han abierto las puertas de sus casas y de sus corazones?

Esto es servicio y generosidad de verdad, y esto es el Islam llevado a la práctica de verdad. Y no debemos restringirlo únicamente a dar de comer, a servir y ser generoso con la riqueza; no, hay muchas puertas abiertas para servir a los demás, sea cual sea, fregar los platos en tu mezquita, hacer sonreír a tu hermano, visitar a una persona que lo necesita, escuchar a alguien que necesita de tu consejo, quitar un peso a alguien, incluso retirar un obstáculo del camino. Todo esto es servicio y generosidad, y los que así actúan, los que hacen cosas por los demás, los que ayudan, los que sirven a otros, tiene un grado muy elevado ante de Allah, ya que realmente esta es la gente que hace el bien y “Allah ama a los que hacen el bien”.

Esto por un lado, este es un plato de la balanza, los que dan, los que se esfuerzan, los que sirven; en el otro lado, en el otro plato de la balanza tenemos a los que reciben, a quienes se les hace el “favor”. Y estos no son iguales a los otros, no es igual el que da que el que recibe, del mismo modo que no son similares los que hacen a los que no hacen, ni los que saben a los que no saben; los que reciben no alcanzan el mismo grado de los que dan, pero sí se pueden acercar, y mucho, hasta casi equipararse.

¿Cómo? Muy sencillo. Agradeciendo, correspondiendo, valorándolo. Y si lo hace, será para él, es un bien para él y para nadie más. Al que ha dado, al que ha hecho la acción, el agradecimiento del otro no le suma ni le resta nada de su recompensa, absolutamente nada, ya que ese tiene garantizada toda su recompensa por su acción.

Pero si a mí alguien me sirve, me hace un bien, será generosidad conmigo; y si yo soy agradecido, yo seré el beneficiado de ese agradecimiento, pues ese agradecimiento traerá consigo complacencia y recompensa de Allah, porque Allah ama el agradecimiento y ama que Sus Siervos sean agradecidos, bien cuando el favor viene directamente de Él, sin intermediario, o bien cuando el favor viene de Allah a través de un intermediario. Y es que como dijo el Mensajero de Allah, sallallahu alaihi wa sallam: “No es agradecido con Allah el que no es agradecido con la gente”.

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