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Muhammad, Mensajero de Allah

En el último artículo hablamos de la ilaha illah Allah, “no hay más dios que Allah”; esto, como todos sabemos, es la primera parte de la Shahada; de lo que quiero hablar hoy es de la segunda parte de la misma, de Muhammad, rasulullah. Muhammad, es el Mensajero de Allah. Además, viene muy bien hablar de ello en esta semana en la que vemos las calles llenas de gente lamentándose por “el sufrimiento” de Sayyiduna ‘Isa, alaihi salam.

Y lo voy a hacer con un ders que pronuncié en la noche del maulid del Mensajero Muhammad, salla allahu alaihi wa sallam, del año pasado, y que no es más que una muestra de amor a él y de agradecimiento a Allah por el enorme favor con el que nos ha favorecido; es un poco más largo de lo normal, pero creo que merece la pena:

“Alhamdulillah wa shukrulillah; Alhamdulillah wa shukrulillah; Alhamdulillah wa shukrulillah. Hani’an lakum, zumma hanian lakum, zumma hanian lakum”.

“Oh Allah te damos gracias, con sinceridad desde lo más profundo de nuestros corazones, por reunirnos en esta noche bendecida para recordar el nacimiento de aquel al que enviaste como una misericordia para todos los mundos, para recordar el nacimiento de aquel que cambió para siempre la historia de la humanidad, para recordar el nacimiento de aquel que estaba empeñado en nosotros, de aquel que todo cuanto hizo, lo hizo por nosotros, lo hizo por su Ummah.

Oh Allah te damos gracias por darnos el favor de habernos hecho de la Ummah de Muhammad, salla allahu alaihi wa sallam, por haber abierto nuestros corazones a la luz del Islam y a la luz de Muhammad. Y lo cierto es que debemos saber una cosa y debemos sentirnos tremendamente orgullosos y agradecidos por ello: debemos saber y recordarlo continuamente, que somos los seres más afortunados y privilegiados del planeta.

Os lo puedo asegurar y pongo a Allah y a los ángeles, que hay hoy aquí entre nosotros, como testigos de que no hay nadie más rico que nosotros, más afortunado que nosotros, más feliz que nosotros, no hay nadie más bendecido que nosotros los musulmanes, en el oriente y en el occidente de la tierra, pues nosotros, por el favor y la misericordia de Allah, poseemos un regalo más valioso que todo el oro del mundo, un regalo más maravilloso que todas las maravillas del mundo, ya que nosotros, hombres y mujeres, ancianos y niños somos los hermanos del Mensajero Muhammad, salla allahu alaihi wa sallam.

No somos sus compañeros, no somos únicamente sus seguidores; no, somos sus hermanos; y esto es algo que él mismo, salla allahu alaihi wa sallam manifestó, cuando poco antes de su muerte, al visitar las tumbas de algunos de sus Compañeros, las lágrimas comenzaron a surcar su rostro bendecido. Le preguntaron qué le hacia llorar, qué era lo que le afligía y dijo: “Hecho de menos a mis hermanos, o me habría gustado encontrarme con mis hermanos”. “¿Pero acaso no somos nosotros tus hermanos, oh Mensajero de Allah?” dijeron los que estaban presentes con él. Dijo: “No, vosotros sois mis Compañeros, mis hermanos son una gente que vendrá después de mi y creerá en mi sin haberme visto”.

¿Y quién este hombre que nos llama sus hermanos sin habernos conocido? ¿Quién este hombre que está empeñado en nosotros? ¿Quién este hombre que todo lo que hizo lo hizo pensando en nosotros?

Es Muhammad Ibn ‘Abdallah Ibn ‘Abdul Muttalib. Nuestro maestro, nuestro guía, nuestro ejemplo, nuestro modelo. Aquel que fue enviado como una misericordia para todos los mundos, aquel que con los creyentes es clemente y compasivo, el que fue enviado como anunciador de buenas nuevas y advertidor, el que es una lámpara luminosa.

¿Y qué bien es de más importante valía y mayor magnitud que su bien hacia todos los creyentes? ¿Y qué favor es de un beneficio más amplio y de mayor provecho que su favor a todos los musulmanes? Y es que fue su medio hacia la Guía y su salvador del extravío, el que los llamó al éxito y al honor, su vínculo con su Señor y su intercesor, el que habla por ellos, el testigo a favor de ellos, el que les asegura el deleite eterno.

Oh Allah, a Ti te pongo por testigo y a los ángeles que en esta noche bendecida nos acompañan, que nosotros reconocemos su valor, reconocemos su valía, reconocemos que él fue el medio que Tú, ensalzado seas, empleaste para sacarnos de las tinieblas y llevarnos a la luz, que él fue el medio que Tú, ensalzado seas, empleaste para que nos guiara al éxito y al triunfo, al honor y a la luz; y por ello, oh Allah te estamos inmensamente agradecidos.

Ya que él, salla allahu alaihi wa sallam, es el origen de todo bien, es el origen de todas las luces, ya que es parte de la luz de Allah; y de esa luz, de la que proviene Muhammad, obtuvieron todas las cosas su existencia. Los Profetas y Mensajeros fueron surgiendo sucesivamente a partir de ella, al igual que todos los reyes y hombres. Y el sol, la luna y las estrellas han surgido de ella, al igual que el Trono, la Tabla y el Pedestal.

Oh Muhammad, tú eres el señor de los dos mundos, el señor de los hombres y de los genios, el señor de los árabes y los no-árabes. Oh Muhammad tú eres nuestro Profeta, el que ordena y prohíbe. Oh Muhammad tú eres aquel cuya forma y significado la perfección alcanzaron. Oh Muhammad tú eres aquel cuya excelencia no tiene límite, razón de que nadie puede expresarla con palabras. Oh Muhammad tú eres como el sol luminoso que a los ojos parece pequeño cuando está lejos, pero que abruma la mirada cuando está cerca. Oh Muhammad lo máximo que se puede saber sobre ti es que eres un ser humano, pero eres el mejor de toda la creación de Allah.

Oh Allah, a ti te pongo por testigo que no hay nadie ni habrá persona  o cosa sobre la faz de la tierra que merezca nuestro amor más que tu Profeta Muhammad, pues no hay nadie ni lo habrá que nos haya dado tanto, que nos haya favorecido tanto como Tu Profeta Muhammad, salla allahu alaihi wa sallam.

Amar al Mensajero de Allah, amar al mejor de la creación; ese es nuestro secreto, esa es nuestra fuerza, esa es nuestra unidad. Y cómo no vamos a amar a este hombre, cómo no vamos a amar a Muhammad si todo el bien que poseemos, por pequeño o grande que sea, nos ha llegado gracias a él.

El amor, ¿qué es el amor? es un sentimiento que nace en lo más profundo del corazón y que se dirige hacia la persona que te ha hecho algún bien; amas a tus padres por todo lo que te han dado, amas a tu esposa o a tu marido por el bien que hay entre vosotros, amas a tu maestro por el conocimiento que has obtenido de él, amas a tu compañero por el bien que te hace; pero el bien de tus padres, de tu esposa o tu marido, de tus maestros, de tus compañeros, de tus hermanos, es una gota en un océano comparado con el bien que hemos recibido por parte de Muhammad, salla allahu alaihi wa sallam, ¿acaso entonces, no merece este hombre todo nuestro amor?

¿Y qué es el amor por el Mensajero de Allah? El amor por el Mensajero es la determinación de ayudarlo, es la defensa de su Sunna, es el someterse a ella y el temor a oponerse a ella. El amor es el recuerdo continuo del amado; el amor es preferir al amado; el amor es el anhelo por el amado; el amor es la coincidencia del corazón con lo que quiere el amado, es anteponer los deseos del amado a los tuyos propios, amando lo que él ama y detestando lo que él detesta.

El significado de amar al Mensajero, es preferirlo a todo, a todos los demás; es que cuando lo recuerdes anheles estar con él, que tu corazón sienta cercanía a él, que en tu mente esté continuamente presente su recuerdo; es la expresión, en su más alta medida, del amor que siente el marido por su esposa, del amor que siente una madre por su hijo.

El amor por el Mensajero, el amor por el mejor de la creación, nuestro amor por Muhammad, sallallahu alaihi wa sallam, debe llevarnos a recordarlo abundantemente, ya que quien ama algo lo recuerda constantemente. Debemos tener el anhelo y el deseo de encontrarnos con él, puesto que todo amante desea encontrarse con su amado. Debemos hacer salat por él, pedir bendiciones por él en abundancia, tanto en público como en privado, en soledad o en compañía.

Esto es realmente amar al Mensajero de Allah, y ¿sabéis qué es lo mejor de amar a Muhammad? Que ese amor, si es sincero ─y ese amor es seguir su sunna y obedecerle─ si ese amor es real y le amamos por encima de todo y de todos, ese amor, nos hará, nos llevará a reunirnos con el amado en el lugar más elevado del Jardín, ¿No os dais cuenta de que somos los seres más afortunados y privilegiados del mundo?

Oh Allah a Ti pongo por testigo y a los ángeles que esta noche nos rodean, de que es así, de que somos los seres más afortunados y privilegiados de este mundo, pues nosotros amamos a Tu Profeta Muhammad, salla allahu alaihi wa sallam.

¡Qué afortunados somos! Y te damos gracias por ello oh Allah, de estar aquí reunidos en esta noche bendecida, en esta noche llena de luz, en esta noche en la que los ángeles han descendido a hacernos compañía, en la que la sakina y la misericordia nos están cubriendo, en esta noche en la que conmemoramos y celebramos el nacimiento de nuestro noble Profeta Muhammad, salla allahu alauhu wa sallam.

¡Qué afortunados somos! Y te damos gracias por ello, Oh Allah, por habernos escogido para ser miembros de la Ummah del Islam, la Ummah de aquellos cuyos miembros resplandecerán por el efecto del wudu en el Día del Levantamiento; la Ummah que ordena lo reconocido, impide lo reprobable y cree en Allah; la Ummah de Muhammad, sallallahu alaihi wa sallam.

¡Qué afortunados somos! Por ser seguidores del único de los Profetas que ha guardado su súplica que será respondida, a la cual tiene derecho y lo tuvo en vida, y que reservó para hacerla en el Día del Levantamiento, y hacerla no para él, si no para todos nosotros cuando postrado ante Allah, intercediendo por nosotros para que entremos en el Jardín, diga: “Oh señor mi comunidad, oh señor mi comunidad” ‘Ya rabbi Ummati, ya rabbi Ummati’.

¡Qué afortunados somos! Por estar celebrando esta noche la llegada al mundo de aquel que, en el Día del Levantamiento cuando sus seguidores estemos atravesando el Sirat, diga: “Oh señor dale firmeza, oh Señor dale firmeza” ‘Ya rabbi sallam, ya rabbi sallam’.

¡Qué afortunados somos! Porque en estos tiempos oscuros que corren, en estos tiempos de dudas, miedos y confusión, podemos volvernos a una lámpara luminosa, una lámpara que está dentro de un vidrio y el vidrio es como un astro radiante, qué afortunados somos de poder volvernos a Ti, oh Allah, y qué afortunados somos de haber recibido la Guía de Tu Profeta y Mensajero, Muhammad, salla allahu alaihi wa sallam.

¡Qué afortunados somos de pertenecer a la Ummah de Muhammad, salla allahu alaihi wa sallam! No lo olvidéis nunca, no dejéis de recordarlo en ningún momento de vuestra vida, somos los seres más afortunados y privilegiados que hay sobre la faz de la tierra, ya que somos los hermanos del mejor de la creación, que creemos en él sin haberle visto, que seguimos su sunna sin haber convivido con él, recordad: nosotros somos los hermanos del Profeta Muhammad, salla allahu alaihi wa sallam.

Oh Allah te damos gracias por este inmenso e inigualable regalo; oh Allah te damos gracias por darnos el mejor ejemplo posible a seguir; oh Allah te damos gracias por habernos enviado al mejor de la creación; oh Allah te damos gracias por darnos la oportunidad de amar, de amar desde lo más profundo de nuestros corazones al mejor de la creación, el sello de los Profetas, el último de los Mensajeros, Muhammad, ibn Abdullah, salla allahu alaihi wa sallam; oh Allah te damos gracias por el regalo del Islam. Amín.

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